miércoles, 29 de noviembre de 2017

EL JOROBADO ESTÁ EN EL BAILE I

A la última página: 

"Menudo espanto de tebeo, fría humedad."



¿Noventa páginas para ver saltar a un hombre de un puente y ni siquiera sale el Séptimo de caballería? Si estuviésemos en un Saloon de los de verdad, ahora sería cuando habría que volcar la mesa de juego y empezar a disparar.
Y luego le meten a los niños norteamericanos un apéndice con el que poder acomplejarles, justificando así una empresa historietística en exceso morosa, y, con seguridad, demasiado bien pagada, en la que Jason Lutes y Nick Bertozzi se valen de una peripecia archiconocida sobre la que apenas se limitan a proyectar sus metrónomos de narradores con el único afán de abastecer al relato de toda la verosimilitud que los jóvenes escolares necesitan en sus vidas. Todo muy didáctico y edificante. Como si esos chavales con diez o doce años no fueran capaces de seguir el pensamiento de Houdini y las acciones de Batman por una misma página.
Eso sucedió por lo menos una vez, ¿qué razón había para perder el tiempo leyendo Houdini. El rey de las esposas en vez de El taller del diablo? Hasta saldría más barato.
Pero alguien podría estar todavía interesado en conocer por lo menos el argumento de la obra me reservaré su precio exacto hasta el final del panel—, y es esta una tarea que toda la vida he querido reservar a mi niño interior:

"Esto es un señor... que es un mago, ¿no? Y, entonces, tiene... él tiene.. Y también vemos como se entrena para quitarse unas esposas (como las de la policía), porque el mismo día va a tirarse a un río congelado y con mucha gente mirando; pero tiene que hacer trampa. Se tira de un puente. Y tiene a su mujer, y también tiene a sus ayudantes, también, para que la gente le siga y hablen de él... porque entonces es cuando ella le ayuda sin que nadie más se dé cuenta. Y al final va, el hombre... el mago, y se tira y todos le aplauden y sale del agua. 
Está muy bien, y me ha gustado mucho, al final, porque ha sido muy emocionante ver cómo se quitaba las esposas tan lento... Dentro del agua, también dentro."

Anda , venga, otra vez p´al sotano.

Un diez para el chaval. Un cero para los autores de la patata y toda la peseta para el editor español. Ese demoníaco tipo capaz de oler el reflujo en las gargantas del periodismo cultural. Ya que el pienso barato siempre es más fácil de digerir y vende más. Y quien por uno u otro motivo acaba consumiendo banalidades rara vez querrá tener a estas por tales.
Jason Lutes aparece acreditado por el guión. Del que apenas uno pueda fijarse en algo más que en la elección del tipo de temporalización de aquellas secuencias narrativas destinadas a ilustrar las artes y las maniobras escapistas de Houdini. Poco más que simples o sobrias, como suele decirse al tener que lidiar con una identidad gráfica tan pobre, ya que no hay cosa alguna a lo que poder llamar fondo en las viñetas, y aun demos gracias al bitono, pues el dibujante (Nick Bertozzi, profesor de cómic, tampoco sé si eso será o no como lo de: "Bond, James Bond") no parece muy capaz de articular secuencias de una manera mucho más compleja que marcando la ruptura entre viñetas mediante el paso de un plano medio a un primer plano. Aunque sea cierto que el guión, como la historia en sí misma, sencillo como es el argumento de la preparación de un acto promocional y de escapismo perpetrado por Houdini y su troupe en el lapso de tiempo de una pocas horas, no guarda mayor complejidad. Hasta impedir la identificación con el protagonista o, peor, carecer incluso de algún punto de verdadera infllexión que pudiera haber obligado a los autores a ejercitarse elaborando secuencias narrativas a partir de montajes siquiera parecidos a alguna de las dobles páginas con las que finalmente consiguen aportar algo de dramatismo al desenlace de la historia y el triunfo sobre la muerte de su protagonista. Páginas que tampoco acaban de resultar espectaculares por sí mismas y de las que poco se pueda decir sino que resuelven con eficacia el haber logrado transmitir un cierto suspense del que siempre adoleció esta historieta hasta llegar a su resolución.
El estrecho nexo de esta fertilidad artística y la recreación histórica pretendida en realidad queda lejos de lo que el apendíce escolar se vanagloria en bautizar como "Análisis de viñetas". Cinco páginas con las que los autores, los promotores de la edición original o su editor, y mejor no averiguar cuál de todos ellos es el responsable, tratan de rellenar lo que el dibujo no acabó de desenmarañar y quedó sobrevolando en los diálogos. Cuestiones socioeconómicas, políticas, raciales, costumbres o meras curiosidades de la época sobre las que se castigará a trabajar en el aula a unos inocentes. Lo de la bibliografía son cuatro trompetas y un coro de ángeles drogados sobre los que han ejercido algún tipo de violencia. (También hay para un prólogo.)  
Ya me las había visto con Nick Bertozzi hace años en un tebeo de misterio y alta intelectualidad: Picaso y los tres asesinados de la torre retorcida, creo que se titulaba. Aquí está incluso peor, consiguiendo claridades de sudario nunca antes vistas. Una única lectura no basta para ser capaz de apreciar en qué momento consiguió dominar gráficamente a los personajes; la verdad es que me quedaré en la duda de si fue él quien realmente desarrolló los modelos tanto del protagonista como de los secundarios. Aunque, claro, teniendo en cuenta que en Astiberri nos han querido hurtar una información tan necesaria para valorar una obra como el de tratarse este tebeo de un producto de (cejas arriba: "¡Aaaah!") encargo dirigido a un cierto público, el juvenil (rostro desencajado:"¡Aaaah, aaah, aaah!"), y la lógica comercial que todavía por entonces regía en el consumo norteamericano anterior a teleseries como Porrazos de aventura y Gumball....

Menos mal que he acabado de cogerle la costumbre a husmear en los créditos de nuestros patrios cOmics y así he podido enterarme a tiempo de todo ese tinglado. Como alguien hubiera intentado venderme esta graphic novel de crianza como una más de las adultas vera effigies de la novela gráfica contemporánea a la culebra que muerde su cola se le iba a repetir hasta el azufre de los tiempos.

Valoración final: 

"Tres huevos estrellados. O mejor que sean dos."

lunes, 27 de noviembre de 2017

Coleccionando la hombrada erótica de Manel

























Si no es una joya tebeística poco le falta para llegar a ser considerado un tesoro de archivo a este número doce de la revista Manolo e Irene. Que aquí, en su "segunda época", y ya siendo editada por el propio autor, seguía por los mismos derroteros de despendole, cachondeo y parodia que inauguró la revista El cuervo de Ediciones Amaika. Todavía en este número se repetía el ingenioso método ideado por el creador de Manolo e Irene por el que se editorializaban en forma de unas festivas portadillas ilustradas los progresos en el contencioso judicial que la editorial de El papus iniciara contra el dibujante tras la continuación de las aventuras de la parejita de fornidos calentorros en su nueva revista. Una publicación que, junto a algún que otro álbum de los personajes, el propio autor autoeditaría hasta llegar a alcanzar su número cuarenta. Momento en el que la editorial Astri pasaría a hacerse cargo de la cabecera. No obstante, podrá encontrarse mejor noticia de todo ello en la internet, o, por lo menos, una entrevista al autor con la que empezar a entender el asunto a poco que uno busque:

Revista web Tebeosfera 2ª época número 9,  entrega dedicada a la representación de la mujer en la historieta erótica y pornográfica.

LA INVENCIÓN DE MANEL. ENTREVISTA A MANUEL FERRER ESTANY

Este blog apenas sí alcanza a vender lo que puede no tengo ni para hablar de mi libro..., así de sencillo como es animar la caza y captura de un ejemplar singular. Barato y hasta con premio. Del que ya resulta suficientemente anunciador la portada, y que tal vez salga incluso más económico que un Bésame mucho con tintines y milues, los galos de la aldea gala de siempre reconducidos al campo del apetito sexual de la mano de Manel: "Asteria y Obelia".
Un único dibujante y más de cuarenta páginas mes tras mes. Una epopeya empresarial. Un juicio ganado. Y un surtido de historietas de argumentos sencillos pero ni siempre fáciles en su ejecución. Ya puedes creer que todo el material de importación que juegas a colocar en tus estanterías los fines de semana no vale nada si no tienes una muestra de Manolo e Irene con que completar esa sección de historieta española tan deslucida que te legó tu padre.



 






P. D.
No hace falta que tires nada para hacerle sitio.