martes, 25 de octubre de 2016

Una castaña por cada tebeo, una cabeza por cada dibujante: ¡Samaín! ¡Samaín! ¡Samaín!


Tengo un nuevo tebeo gallego en mi colección, A tumba do terror




Y si ya es cumplido señalar la rareza y no dejar de celebrar que se consiga publicar historieta en lengua gallega dado el escaso número de estas publicaciones y el aún menor de editores y sellos editoriales dispuestos a que consumamos banda deseñada estoy por creer que debería de ser mucho más importante que se resaltase el tratarse esta de una obra de horror. Género sobre el que pesa todavía cierta presunción relativa entre algunos lectores sobre el supuesto rebajamiento de sus empeños artísticos, tanto en temas y argumentos como en lo que a la representación gráfica se refiere. Siendo como es el horror uno de los géneros que históricamente mejor han demostrado su capacidad para la creación y difusión de los más distintos y diversos estilos dentro del dibujo de historieta. No ya en lo referido a la autoría y al ejemplo de los maestros indiscutibles, y hasta de verdaderas escuelas nacionales, sino en la más simple demostración del empeño con el que en épocas pasadas las empresas editoras explotaron este género concreto hasta convertirlo en su referente máximo y de no poca buena parte de la industria y del medio en ciertos países propiciando su exportación masiva hacia otros mercados. No así en España, desde luego, y sin embargo resulta obvio que buena parte de quienes hoy leen y consumen tebeos despreciando o ni siquiera haciendo cuenta del género de horror lo hacen a partir de unos referentes editoriales y sociales que jamás se desarrollaron en nuestro país. Por más que el esfuerzo de listar una serie de cabeceras y títulos de revistas así pareciera demostrarlo no hemos sido un público tan proclive a la lectura y consumo de la historieta de horror ni las casas editoras españolas se han destacado especialmente por publicar obras de este género en nuestro país.
Para el caso gallego la historia no es que sea demasiado diferente (sitio distinto; como pudiera pensar un seguidor de Los resentidos), ya que tampoco pueden los editores ni las instituciones públicas en Galicia felicitarse de haber sabido crear un mercado satélite para su historieta a imitación del sistema literario existente. Por el que los tebeos gallegos pudieran ser exportados por ejemplo mediante la venta o acaso el intercambio de derechos a otros mercados como son el vasco, el español, el portugués o el catalán. Los ejemplos de traducción de historietas gallegas a otras lenguas son en todo caso singulares, y probablemente nunca consigamos saber si no fueron debidos más a la tenacidad y el interés personal de los propios autores que al de las editoriales y editores gallegos. Ya la incapacidad del máximo galardón que el medio posee en Galicia, el premio Castelao de banda deseñada, como medio canonizador junto a su nula capacidad de seducción y la también escasa, limitada y (¡uf!, peor que peor) aleatoria proyección de la historieta gallega vienen resultando irrisorias. Hasta haberse perdido incluso su utilización simbólica como acicate para la publicación de las obras galardonadas entre las editoriales comerciales gallegas; ediciones que desde hace años vienen siendo asumidas por la misma Diputación que otorga estos premios, con meses de retraso respecto a la edición en castellano de alguna de las obras premiadas. Además, por tratarse de una edición institucional, su especial distribución ha alejado más si cabe a estos tebeos de la relación mercantil moda-venta que se supone ha venido a cubrir dentro de la industria y el mercado español la etiqueta editorial novela gráfica por el espectro de la adultez. Con o sin fantasmas de por medio.
Y no obstante gracias a ese premio hemos podido leer O misterio do pico sacro, de Rafael Saldaña, que aunque sólo resultase finalista al menos gracias a su publicación (lanzado y distribuido al despite para asustarnos a todos los lectores y descalabrar a algún librero) uno conseguía sumar otro título a su estante nacional. Y además de horror. Como doblando la apuesta.
Así de primeras un goteo por memorias, que no pormenorizado, tan sólo serviría como recuento de lo que nos queda a bordo de la balsa tras abandonarse el Patito Editorial a otras mercancias después de años de haber marchado publicando, aunque ni en todos los casos de forma íntegra, ediciones en gallego de series de algunas pocas obras del género traducidas a la lengua gallega desde el inglés (como Hexed a marca de Lucifer; el libro con el Lobezno dibujado por Das Pastoras; o esas pocas páginas de Amor inmortal vistas en la revista Galimatías) e, incluso, el francés (A mansión dos murmurios), constatando que actualmente los seguidores y además compradores de estos tebeos nos sentimos desamparados por no decir hambrientos. Más teniendo en cuenta el descalabro mayor protagonizado por una empresa como Urco editora especializada precisamente en la literatura fantástica, que ya entonces ofertaba al público gallego traducciones de autores como Lovecraft y Robert E. Howard, pero cuya incursión en el ámbito de la producción de historietas (Gallaecia; Purgatorio) resultó desastroso para todos, en especial para los lectores y los autores de esos tebeos. Casi por el tiempo en el que vimos convertirse en anécdota la adaptación en viñetas, como dicen los cursis, de un libro fenómeno de ventas y siempre en perpetua reedición como Cartas de inverno. Que fue promocionada sobre la nada como naturalmente suele hacer Xerais con cualquier tebeo indistintamente se trate de traducción u obra nueva, infantil o adulto. Un empeño propio o ajeno.
Calculo que a las ocho treinta, hora de Watchmen, yo únicamente habría podido leer un par de historietas gallegas por lo menos avecindadas con el género de horror, según el estilo de la titulada O lobo; apenas dos páginas, obra de Tokio, publicada en el tercer número de Frente Comixario. Contando el cuaderno grapado —comic book, en expresión supercursi pero entendida y experta en la cosa— que emitió cierta entidad coruñesa hoy ya algo diluida bajo el título Dracula y Cia. Que al menos quizás haya doblado su valor entre los coleccionistas al contener una historieta de Emma Ríos. Las grandes crestas blancas reclamo de periódicos y hasta televisiones no son olas y una involuntaria sesión de natación en mi barril de fanzines gallegos tampoco aportaría muchos más ejemplos ni nombres (con el polaqio Álvaro López como el más constante pendón del horror).  Aunque autores como Manel Cráneo [1] y otros que uno nunca llegaría a poder imaginar como cultivadores del horror también dejaran en su día muestras de algún tímido e inicial escarceo con este género.
Hoy, pasadas las doce en punto del reloj, con las tripas del gran monstruo extradimensional de la fancinería pintando las fachadas de la avenida de la banda deseñada los afanes de los más jóvenes dibujantes gallegos parecen ser otros muy distintos. Nos queda, eso sí, Altar mutante para rato, o eso espero, y siempre podremos ocultar todas estas cicatrices volviendo a abrir las solapas de Nordés. Otro botecillo de goma que con gran sorpresa los lectores de historieta vimos salir a flote de la autoedición entre el cielo y la tierra algo por encima de la espuma de papel de periódico y sus suplementos culturales.





En fechas más oportunas para la temática y género que nos ocupa, el ahora editor y autor Juan Carlos Abraldes vuelve a cabalgar el mar de historietas poniendo en valor el trabajo de los profesionales que están dibujando fuera de Galicia. Y mediante la traducción de su propia obra, recopilando historietas realizadas para la revista estadounidense Bloke´s Terrible Tomb of Terror: publicación antológica dedicada al horror que recoge el estilo y el enfoque que sobre este género se cultivó en la época de las revistas en blanco y negro de los años 60 y 70 en los Estados Unidos durante el siglo pasado. 
Un cuaderno grapado de buena presencia (28,9 x 21,7) que prologa el guionista y promotor de la cabecera original Jason Crawley. Quien además de ser el editor de Bloke´s Terrible Tomb of Terror parece profesar la verdadera fe actuando como oficiante material y hasta espiritual del proyecto y de las mismas historias que así son presentadas al viejo estilo bajo la máscara del Ghicho. Personaje de socarronería algo más que aparente que ha sido utilizado con acierto en la ilustración de portada para esta edición, cuyo título original aparece traducido aquí como A Tumba do Terror para facilitar la identificación de este logotipo con el distintivo primero de la revista estadounidense. Sin dejar de prestar atención a otros detalles como la logoforma de Abraldes editorial que pueden promover el doble reconocimiento por parte del lector experto (como lo son la mayoría de lectores de historietas en España) tanto de la procedencia y origen de la obra como de la edición propiamente dicha. 
Simplemente ojear el tebeo en una librería ya debe provocar cierto gusto y deseo de posesión entre quienes aman el tipo de historias que aquí se recopilan.
Las mismas cubiertas han sido ilustradas en color con un motivo alegórico y diferente para cada una de ellas; y las dos primeras páginas interiores, la portadilla y el prólogo de Jason Crawley,  presentan ambas un diseño y composición sencillo y clásico a partir del realce de la figura del Ghicho. Siendo cinco en total las historietas recogidas en este tebeo, todas ellas dibujadas por Juan Carlos Abraldes y escritas por Jason Crawley, ni siempre pendientes de algún elemento o temática sobrenatural todas ellas pero sí estructuradas narrativamente de un modo parecido a partir de argumentos más o menos génericos que conducen hacia un final en el que se troca la glorificación de un personaje central por algún tipo de castigo. Finales no tan escabrosos todos ellos como veladamente humorísticos, por lo que de burlón tiene recrearse en el mal.
Un mal por otra parte que siempre se demuestra clásico al ser presentado por Ghicho y sus ayudantes. Que actuan a veces como comentadores de estas historias acompañando, o, mejor, incitando a su lectura desde alguna primera viñeta. Tal como se aparecen en la que es mi favorita, Unha misión para un mozo, quizás por permitir exhibir al dibujante un pequeño muestrario de criaturas fantásticas en una historia que podría muy bien haberse prolongado más allá de su típico pero asombroso final dentro de cualquier historieta de temática aventurera que combinase la fantasía heroica y el horror. Aquí los medios tonos y la aguada y la definición del volumen del trazo llenando los espacios en blanco aparecen verdaderamente logrados junto a iluminaciones muy contrastadas para algunas pocas viñetas sobre las que se promueve cierta introspección. Aunque sin llegar a oscurecer la historia permitiendo el acomodo de distintos montajes unas veces favorecidos por la acción del relato, como en aquellas escenas en las que prima el combate, y otras para conseguir una mayor duración de la lectura a la medida de cartelas más descriptivas que, como en la página cinco de de esta historieta, lógicamente se acompañan de un menor número de viñetas cuyas mayores dimensiones permiten aumentar la profundidad y crear la debida pausa y la atmósfera más adecuada para la presentación de un nuevo horror a la escala de los progresos de su protagonista. Es lastima no haber podido robarme un escaneo, porque se tratan estas sin duda de mis páginas favoritas.
Aunque también lo es la página inicial  de As criaturas da noite, una historia igualmente lineal con final sorpresa y ya marcada argumentalmente por unos personajes necesariamente planos. Que facilitan todavía más si cabe la composición de una escena de persecución como esta en la que mediante recuadrados irregulares para sus distintas viñetas en ocasiones se llegan a eliminar las calles entre unas y otras como afilando duración y ritmo. Por medio incluso de algún encabalgamiento de parte del reborde del dibujo del personaje protagonista sobre varias de las viñetas contiguas. Sin menoscabo para que se utilicen también diferentes encuadres con mayor o menor profundidad a partir de los que acentuar distintos momentos de la persecución del hombre lobo. 
Se trata de una obra ciertamentente muy generosa con el lector en esta forma, pues ni el guionista olvida que ya existe algo de caricaturesco en el reconocimiento de las pautas que sigue el relato hasta su resolución. De modo que ha incluido también encuadres y planos cercanos como los utilizados en el ataque de las vampiras a los cazadores que más allá del (plano) detalle último y su disposición y gradación temporal parecieran dejar en ridículo a unos y otros personajes por lo que después vendrá mediante una caracterización singularmente grotesca de los rostros y la fisonomía de estos dos batidores de lobos. Y ya incluso hasta de su sabueso. Aunque de por sí el diseño y la expresividad de las mandíbulas del hombre lobo lo valen todo en esta historia.
El orden en que las historietas han sido distribuidas también permite que el final y el comienzo de cada una ellas  resulte distinguible mediante una simple batida por las páginas del tebeo. Sirviéndose además de la variedad temática de las historias para que el lector no se mortifique si cree obligado abordar su lectura en el mismo orden en el que se presentan para esta edición. Aunque pueda optar igualmente por elegir cada una según su extensión, como solemos hacer algunos, pues oscilan entre las siete y las catorce  páginas. Si bien en todas ellas el esfuerzo de síntesis propio de la historieta corta se logre según un montaje distinto. Con algún caso en el que el desarrollo de los personajes tiende a ser algo mayor, como en la primera y la última de las historias, Atrapado nos seus costumes y Noite de cita, respectivamente, para evidenciar lo despreciable de los personajes y lo justo de su castigo dentro de un marco realista verosímil. Incluso la reproducción de los grises y medios tonos son de buena calidad, nunca resultando demasiado opacos como lamentablemente suele suceder en no pocas antologías de historietas de horror.




  
Selección de páginas sin los globos ni la rotulación final.



Por último está el feo asunto del precio:

Feo asunto por esa tendencia a considerar que una autoedición debiera ser siempre menos gravosa para el aficionado que si la edición de ese mismo tebeo correspondiese a una editorial comercial al uso y no al mismo autor. Cuando precisamente debiera ocurrir lo contrario, no obstante, sean únicamente ocho euros lo que cuesta llevarse a casa A tumba do terror. Como un milagro de 56 páginas dispuestas por la gran calabaza para este Samaín.
Otra cosa es el tute que Juan Carlos Abraldes se ha metido presentando su tebeo (y en esas sigue todavía) por toda Galicia. Haciendo caricaturas en directo a los lectores, y entregando y sorteando ilustraciones únicas entre los compradores.
Aunque si algo he de destacar finalmente es la valentía de retornar a los lectores gallegos el trabajo de uno de sus autores. Pues precisamente no pasa la traducción de historietas por un buen momento en Galicia una vez que proyectos que parecieron orientarse totalmente a partir de este modelo de edición como Rinoceronte editora se han dado la fuga al poco de comenzar, por decirlo del modo más rápido posible. Mientras que otros, más arteros o posibilistas, y quizás hasta mejor planeados, como las dobles ediciones en gallego y en castellano de el Patito editorial se han abandonado un tanto. Si bien al menos esta última empresa no ha desatendido a su público entregando nuevos tebeos entre los que se cuentan algunas nuevas traducciones tanto de autores españoles (Carlos Giménez, Gallardo; ambos en 2013) como extranjeros (Cidade de cristal, igualmente en 2013).
Así, y agradeciendo el milagro de la disponibilidad en el mercado tebeístico gallego de los Astérix (Xerais), A tumba do terror de Abraldes editorial se mantendrá como un hito de la traducción de historietas en Galicia junto a otros títulos como Muuh! No prado das vacas (2015), Cómics desde Hicksville (2014) y A vitoria final (2014), que, por este orden, tradujeron Figurando recuerdos, Estaleiro y Urco editora.

Juan Carlos Abraldes (no se trata del prota de Almuric, aunque uno ya se lo imagina adaptando cuando menos Querido H.P. Lovecraft (Urco editora))
 http://abraldesartstudios.jimdo.com/

Esperemos que alguien responda, como mínimo los lectores, para que esta experiencia vuelva a repetirse el próximo año por estas mismas fechas.
Asimismo, yo me atrevería a sugerir que la obra fuese adquirida no únicamente por quienes leen y consumen historieta desde Galicia. Pues las facilidades para hacerse con un ejemplar parecen ser prácticamente infinitas.
Y muy poca gente se para a pensar la suerte que es tener varios mercados historietísticos y múltiples lenguas en un mismo país. O en lo absurdo de ignorar o querer permanecer ajenos a su evolución y a las posibilidades que tal vez pueden ofrecer para lectores, autores y agentes editoriales.

[1] ¡Compra Altar mutante comix!

sábado, 15 de octubre de 2016

Un superhéroe brasileño de 1959


Un número de Capitão 7, en suelo español gracias al amigo Wellington Srbek.



Adaptación del serial televisivo estrenado en 1954 cuya popularidad rebasó con mucho los doce años de emisión del programa. Maravilla multimedia impensable en la España de la época que no admite comparación con ninguno de nuestros fenómenos radiofónicos. Ni siquiera Diego Valor.

 
Una tacha cósmica llevó a niños y mayores a reclamar por este personaje de todas las maneras imaginables. Entre el listado casi infinito de productos licenciados y los patrocinios que se generaron en torno a este figurón destaca hoy el propio disfraz basado en su uniforme. Ya es curioso que el actor que lo interpretara se dedicase después con éxito a la fabricación y distribución de los disfraces de los superhéroes estadounidenses en Brasil. Al parecer se hizo rico ya antes gracias al Capitão 7 (o eso pone en internet; aunque los intentos más bien lastimosos de relanzar la serie historietística del personaje y su vida cinematográfica a través de la figura de su propio hijo me hacen dudar sobre la realidad de los superpoderes pecuniarios del tal Ayres Campos).

Ya se sabe, la Guerra civil nos dejó atrasados incluso en lo que a los tebeos y la historieta se refiere. Y huérfanos de superhéroes. (¡Reclama ante el Vaticano!) No así para los brasileños, cuya terca pelea contra los afanes colonizadores de la potencia tebeística estadounidense no les impidió darse a la carrera de crear sus propias superheroicas criaturas a partir del nacimiento del Capitão 7. Y aunque la guerra fuese perdida al menos su historia ha resultado preservada; en gran medida gracias tanto a los lectores aficionados como a dibujantes y guionistas capaces de recuperar todavía algunos de esos viejos superhéroes. Y de la crítica no apunto nada por ver si en Dolmen editorial se dejan de publicar libros sobre el universo hinchable de los peluches de Atari y las mocedades de los dibujos animados japoneses dando a imprenta por lo menos el catálogo ilustrado ese hermoso sobre los superhéroes brasileños. O a airear su revista con alguna firma extranjera que nos libre de la tan temida endogamia de eso que también ellos llaman a veces el mundillo. En el que para unos y otros parecemos estar todos los consumidores del engendro de la aventura, la ciencia ficción, el horror, y cualquier virguería fantástica en general. —Que se note que este año he vuelto a comprar varios números de Dolmen.

El número de marras, perteneciente a una cole que se inció en 1959 y fue "cancelada" en 1964 (no explico lo de las comillas), es hasta especial. Pues presenta el regreso del que pudiera ser tenido como archienemigo del prota: o Caveira. En una historia no tan candida como sugiere su argumento, en ningún modo innovadora aunque tampoco carente de emoción por asistir al secuestro del álter ego del Capitão 7 a manos de o Caveira y sus secuaces. Eso ya valdría la pena como primer acercamiento al personaje. Si bien la segunda de las cuatro historias conclusivas que comprenden las 36 páginas de este cuaderno grapado me ha parecido la más atractiva de todas al tratar del origen de los superpoderes del Capitão 7:











































Espero que por lo menos un único lector español, y mejor si además también lee la revista Dolmen, pueda llegar a echarle un vistazo a esta historieta. Tal vez incluso que le entre el gusanillo de saber más sobre una serie y un personaje (una licencia) que pudiera resultar tan singular por la época en que fue creado. Internet debería servir para lanzarle afuera a uno.

"Que sí, hombre, que sí... ¡Que hay otros mercados y ni están en este nuestro mercado de vecinos!"

Si en 2017 nadie publica por aquí alguna obra brasileña yo me bajo del mercadillo. —Luego que nadie me venga con los tebeos de Marcello Quintanilha como ejemplo de hazaña editorial.— Y a lo mejor le doy una patada a la industria y ni compro sus nuevos tebeos.

sábado, 8 de octubre de 2016

¡La Supermovida de los Superhéroes!



Creo que Humor a tope no debía de ser considerada por los propios editores y responsables de la misma en Norma editorial como una de sus revistas de calidad. Con la excepción de Edika, el resto de las historietas de autoría foránea se caracterizaron por una mediocre ejecución técnica y unos argumentos ramplones o sencillamente incomprensibles en su supuesta comicidad. De entre el material realizado por autores españoles sinembargo todavía es posible rescatar alguna pequeña historia conclusiva de este o aquel otro dibujante. Más como una curiosidad que por la calidad de esas aportaciones. Y sobre todo por lo que de singular puede encontrar el coleccionista en acaparar unas historietas que sus autores con cierta razón quizás no tengan ya el más mínimo interés en rescatar. Bien por tratarse de trabajos primerizos o por encontrarse estos en su concepción demasiado alejados del estilo o las temáticas y géneros que luego marcarían sus carreras profesionales y por los que en buena medida estos creadores desearían ser recordados.
Afortunadamente, la ignorancia general de nuestra historieta y sus autores así como el ninguneo hacia cierta clase de publicaciones hacen que el coleccionista de a poquitos pueda hacerse fácilmente con todos estos despreciados tesoros. Casi siempre del modo más cutre posible, pues ni necesita abalanzarse sobre cada uno la primera vez que le salen al paso en los acubillos para el arrope comiquero. Lo que permite tumbarse a esperar a que el librero del derrumbe se sienta obligado a rebajar el precio inicialmente fijado sobre la golosina con tal de desprenderse de su pegajosa presencia. Como me ocurrió con este número 33 de Humor a tope: año 2004, 5 euros; año 2007, 3 euros; año 2008, 1 euro.
Por más que parezca increíble ningún otro lector pareció tomar en consideración la presencia de la firma del dibujante estrella Carlos Pacheco en esta portada durante esos cuatro años. O al hacerlo, y suponiendo que echase un vistazo al interior de la revista, no supo valorar lo que la adquisición de este tebeo podría hacer por su colección de superarnormalidades una vez que él o sus familiares decidan ponerla a la venta en Chollocolección, Vendelomismo, o Gañanpop.
Todavía muy pocos consumidores españoles de tebeos parecen darse cuenta del enorme atractivo que poseen estos tesoros para un lector extranjero. Sólo hay que imaginar la cara que se le pondría a un lector brasileño gran apreciador del arte de Juanjo Guarnido al tener en su poder poder ese tal número de la Patrulla X en el que se publicó una ilustración caricaturesca de los protas de la serie a cargo del dibujante de Blacksad.
En este numerete íntegramente dedicado a parodiar a los supers Marvel y DC en el que por suerte no concurrió Cels Piñoltenemos una doble página de nuestro filipino en los USA Charly Pachequiam en la que se amalgaman dos figurones extraterrestres pertenecientes a los universos superheroicos de las dos todopoderosas franquicias para presentar la coña cotiadiana de incongruencias y ridiculeces varias de nuestros superhéroes favoritos:




 


























Pero hay más autores hoy famosos o apreciados por lo menos a distintos niveles por público y crítica: Pasqual Ferry, Jaime Martín, y Chris Guiralemont y Bill Espinosyewky. Sí, el crítico Antoni Guiral y el dibujante Espinosa (El Gulípago, blablabla y etc.) se marcaron aquí una historia conclusiva de dos páginas titulada Las tribulaciones de Supercura que también valdría la pena robarse para dar adorno al blog.
Demasiado que me he atrevido a robar las de Pacheco y Ferry... Ya estaría bien ojear una cole completa de esta revista cachonda.
No es que se vaya a destapar ningún brutal descubrimiento ni que se pueda tomar Humor a tope como paradigma de un tipo de publicación. Probablemente su mayor gloria fuese haber servido de cobijo para una serie de Jan. Pero aparte de las historietas de Edika no puedo evitar recordar al cochino Dirty que creara el dibujante Ramis y, con ello, lamentar que ningún crítico le vaya a dedicar jamás una sola página a esta sucia revista. Tiempo es de que en Norma editorial alguien se ponga a trabajar entregando al menos un libro a modo de catálogo sobre su enorme pasado. Antes de que este se vuelva demasiado vago para que no tengan que ser otros sino los propios protagonistas quienes hablen acerca de cómo se gestó Humor a tope. De dónde salían sus colaboradores, sus materiales, portadas, textos e historietas. O con qué otras publicaciones competía. 

Postdata:

Con los años, tanto Ferry como Pacheco dejarían de estar sujetos al viejo lema editorial español que reza más o menos así: si no puedes franquiciarlos... ¡parodia al canto!
Aunque, y no demasiado tiempo después, el Supermán y el Batmán acabarían cayendo en las redes de Norma editorial... "¡Y a qué precios!"