martes, 26 de abril de 2016

Antídoto contra la envidia comiquera: Superparodias I

El grosor y fecundidad de los piensos Marvel y DC, así como las hazañas tan propias de un tipo de culturismo eminentemente edípico del que hoy son presos la tita Panini y las titis de ECC, nos han llevado a desistir de la compra de estos sus tebeos. Víctimas de una paginación ilimitada, un grosor infinito, y, sobre todo, unos precios injuriosos con respecto a lo que ha sido aquí en las Españas la historia de nuestra cultura gráfica; cultura gráfica, sepulcro de las esencias del tebeo español pagado siempre en dinero contante y sonante con el que el niño, pero también el mayor, y con él su padre y el padre de este, y el pueblo hispano en pleno, han viciado sus mentes y pulmones durante siglos de encuadernaciones grapadas y ediciones mantenidas al raso de una industria prometeica, tan parecida a la actual en su profusión de inventos y palanganerías.
Es por ello, y no Poyeya, que volvemos a levantar un pulgar acusador en defensa de los hermanos y compatriotas que son víctimas de un bolsillo escaso, cuyos famélicos monederos les impiden conocer la dicha de una lectura total, absoluta y tan estúpida de las hazañas completas del Ant-Man, el Black Panter, los Avengers, la Bat-Man, la Liga de Joteros Americanos Suicidas, o el He-Man... —¿estáis seguros que este travesti es del mismo lote?— Personajes músculo de la edición para el cOmic, y tan gráficos para su cultura, que  han de ser llevados a todos los españoles aun al coste de su depreciación mitofáunica. De suerte que allí donde no lleguen se pueda contar al menos con una medicinal y ejemplar parodia sustitutiva de todos estos ingenios del amigo americano.
Así, para tal fin, le ha sido encargado al dibujante español (y puede que quizás mediante el auxilio de la censura esquilmada de algún compañero guionista) matar y matarse a parodias sin descanso. Hasta las 62 páginas, por lo menos, o algo más allá si la foliación masturbadora así lo requiere, regalando una oferta tan ofensiva como beneficiaria del depauperado espíritu nacional: Nacional Show, en concreto.
Porque el año de 1979 será, y en justicia deberá serlo para todo el pueblo español en el futuro, el año en que la caguemos muy gorda. Y olvidemos si existió en verdad un número cero o fue este número uno titulado La vida sexual de Zuperman la primera entrega de la colección Nacional Show Temas que dediquemos a la Gran Bestia cinematográfica, orientada desde ya a marcar las líneas divisorias y estratégicas del nuevo orden quiosquero mundial.

¡Tiembla Mortadelo, tus días están contados! (Ibáñez, tú serás el siguiente...)




Pues esto es lo que tiene andar a la caza de tebeos en locales insalubres sin más climatización que el zumbido de moscas y otros insectos. Entre la lista de guarrerías, cuadernillos de aventuras con restos de salchichón en alguna de sus páginas, casi normal, a manchas de nocilla (¡y ojalá que lo sean!) en un innombrable ejemplar de Creepy. Hasta el número de teléfono de una niña de nombre María Antonieta, que ahora rondará los 80 años y oculta una fortuna en Panama, afeando la portada de otro tebeo. Sé incluso de un tipo que tiene varios álbumes de Cobi dedicados a Jordi Pujol, Maragall, y un tal Jordi Hurtado.
Pero peor lo mío, que me compré hace dos días el tebeo este de aquí y ni me fijé en la pesada dedicatoria de un loco, que parece justificaba su vida mediante profecías escritas en los márgenes de sus tebeos. Me habían contado algo parecido a un viajero del tiempo, lector de historietas, que dejaba mensajes obscenos cambiando con ayuda de típex los textos de cartelas y globos en colecciones enteras de revistas. Cierto o no, personalmente me inclino a creer que se trate de un mito, un movimiento especulativo de las bolsas de la historieta de la segunda mano barcelonesa y madrileña, el tebeillo cuenta con mi sello de aprobación. Trae firmas poderosas, reconocidas, aglutinando historieta, humor gráfico, textos humorísticos, y hasta fotonovelas picantonas, siempre alrededor de la figura pública number one de la época del nasti de plasti, Superman.
La visión que sobre la superheroica criatura se ofertaba entonces resultaría terapéutica para quienes no han podido digerir su actualidad cinematográfica, yo ni sé a cuánto se levanta hoy una entrada de cine:

"[...] Según los datos recogidos, parecía ser que el supermán era un extraterrestre de aspecto casi humano, abstemio, que no se drogaba y que seguramente era impotente, pues, en una sociedad tan permisiva como la de los Estados Unidos, salía con una chica, reconocía que le iba un ciento, pero no se la picaba.
Aparte de esto, era un rato facha, racista, no era escatológico y existían claros indicios de que era un confite de la policía."

Se entiende que los que no pudieron leerse la última edición del Superman de John Byrne ya van que chutan con este tebeo en sus manos. Igual canta para los que tampoco consiguieron acompañar la última edición de la lacrimógena y famosísima etapa de Jeph Loeb, aunque, en general, todo sea una pena hablando de este guionista, pues P. García les cuenta más o menos lo mismo en "Los diarios íntimos de Clark Kent". ¡Y sin dibujos!



Hasta viene un fotorreportaje sobre la familia gallega de Superman:




Los primos Ventura & Nieto, Manel, y Tha & Bigart defienden el fuerte historietístico con la ayuda puntillosa de Andreu Martín y Mariel, mas alguna otra supermánica muestra de historieta de una única página (anónima, o al menos sin firma). Sexo muy duro el que revela Manel Ferrer, estatuas, dinosaurios, cualquier cosa que no sea una mujer de carne y hueso sirven a las necesidades del kriptoniano. Diferente es el asunto cuando, y es culpa de Ventura y Nieto, Superman entra en intimidad con otra mujer al trapo de la mayor de sus perfecciones como objeto mercadotécnico; que personifica la bajada de pantalones de un geyperman. —La dupla Tha y Bigart se libró del sexo aliándose al absurdo.—
Gin, Perich o Romeu, van a por el chiste. No falta la referencia inexcusable a su adscripción en las filas de las derechonas ideológicas, como buen agente de la CIA que es. Y completa el enlomado tebeo en páginas centrales una especie de juego de la oca al que incluso se juega con dados y todo, según explican unas instrucciones hoy por fin inexplicables. Más varias fotonovelizaciones que con tetas o sin ellas machacan la moral trágica de un espíritu universal al que acompañan también instantáneas publicitarias de lo más bajo, para marcas como Cola Cao, Iberia, y el papel higiénico Albal.



Vale la pena hacerse con este nastideplástico envase dibujado, que evidentemente fue producido en cadena para el acongoje de un público masivo, aunque sea sólo por las historietas de Manel Ferrer y Ventura y Nieto. Del primero existe otra maravilla que siempre recordaré pese a que la creo ya inalcanzable, tampoco la encuentro por la internet, por cierto; se trata de un cuaderno dedicado a machacar al monstruo político de la época (años ochenta) disfrazando a Ronald Reagan de pato Donald.
¿Daré con él antes de que el coleccionismo o las polillas acaben por soplarme los alveolos y sorberme los sesos?






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