domingo, 27 de diciembre de 2015

Consuelos de a dos euros para coleccionistas chiquitos

Labrarse un futuro como coleccionista no sólo está al alcance de Agapito Cientos de Flanes y sus gentes:

Si hoy (¡ahora!) no puedes permitirte la planchágina de Tintín que todo empleado de ultrabanca  busca lucir en el techo de su dormitorio, o un desastre original de tu dibujante favorito, al menos deberías ser capaz de conformarte buscando esas primeras obras que seguro provocarán el rebuzno interior de deseo entre tus vecinos y amigos de blog cuando escanees las bisoñas artes del ya maestro ..... Rellena los puntos suspensivos y lánzate a la rebusca por los templillos de la segunda mano. Mira que el tipo haya alcanzado lo más alto que en esta profesión de vagos y guionistas pueda llegar un dibujante, por este orden: yate de cinco cubiertas, baño de invitados con pista de padel incorporada, y cuentas ocultas en Suiza, Latveria y Cantimpalo de Wisconsín (el barrio chino en Gibraltar sur). Además del pasaje familiar secreto pre-apocalipsis hacia la cara suelta de la luna expedido por las ONUs Unidas.
Y por fin asómate y pregunta en Chollocolección a cómo va el peso de papel fino bien amarillento. Sueño o pesadilla, todo depende de ti.
Busca entre las ofertas más desquiciantes aquellas que mejor se adapten a tu capacidad adquisitiva. Pregunta a tus mayores por las colecciones más selectas, e intenta que no te cobren demasiado por la información si es posible. Procura también enterarte dónde rompieron lapices por vez primera tus artistas favoritos, y, ante todo, por si acaso, no olvides prepararte para lo peor: el magro de tebeo está por las nubes.
De hecho, si puedes pagarlos es muy probable que  seas uno de esos señores mayores que han cogido el gusto a broncearse bajo filminas de Tintín y las chirimoyas azules. O un agente de bolsa desinvirtiendo fondos de pensiones japoneses en bocetos carísimos de dibujos jamás publicados, como el ya famoso y bautizado 'Tintin va solo al baño de la estación de autobuses' que se ha subastado en las mazmorras de Christos hace un rato. Pero no te preocupes, aún podremos hacer algo de tu colección si nos alejamos de los Blasco, Ibáñez, de la Fuente y compañía. De todos modos no eran unos autores muy hipters, y nuestro objetivo prioritario (muchísimo más asequible) son los Boyz n the Hood de Toutain.

¿Quiénes o qué eran los mozos del ghetto de Toutain?


Algunos de los hijos que lo fueron de la calle de los años ochenta, cuando no existía más red social que las colas en los cines y en los urinarios de las discos, sobrevivieron al catacroc del cOmic por pura juventud mientras penaban quioscos por ver de colar unos dibujos en las revistas de historietas donde publicaban los famosos. Que también había otras así como de provincias, y hasta institucionales,  muy raras e interesantes para un coleccionista poco amante de su alma, pero son sin duda las de Toutain las publicaciones que más fácilmente colmarán el vacío espiritual de esos aficionados menos agraciados —monetariamente hablando, se entiende; ya que  por pura estadística todo el que lee tebeos es guapamente guapo— que anhelan entrar en la orden de los espigadores o raqueiros de historietas abusadas. Coleccionistas de a poquito que sueñan con tener una cole completa de Zona 84, por ejemplo, por menos de cuatro euros pueden chulearse de atesorar en su colección una historietita primigenia cthutulhiana que quizás haría enrojecer al artista de hoy. Para ello ni es preciso agitar montoneras de arrope comiquero ni pincharse con grapas oxidadas o mancharse los ojos con las también tetánicas portadas de Totem el Comix, sino que basta una patada para agostar cualquier pila o arsenal de revistillas y ver asomar de entre el montón alguna de las muchas entregas  de los míticos concursos que promocionaban las cabeceras del emporio Toutain.
Cuentan estos tebeos con una gran ventaja sobre las batidas de fanzines, donde también suele el aficionado andar a la busca de la firma de un artista-pichón, pues el índice o sumario de contenidos nos ahorrará esfuerzos tremebundos a la hora de distinguir la línea o el estilo del maestro tiempo antes de su detonación previa hacia a la explotación profesional. Pues ni todas las publicaciones comerciales de entonces contaban con un sumario en el que poder encontrar el nombre de los autores de cada una de las historias que pudieran contener en su interior. Por lo demás, estos excesos del BOOM ese cuando a nivel empresarial ya no existía ni asomo de ningún bombazo historietístico tampoco dejan de ser tebeos con los que pasar una buena tarde comprobando los intereses que casi como una moda arrastraban los dibujantes aficionados, por descontado también los lectores de aquella época todavía un poco imprecisa de los años ochenta del cascado siglo del tecnocuplé. No es tan complicado.
"¡Ánimo muchachos, escoged bien a vuestra víctima y daros al coleccionismo de las españoladas de Toutain!"

P.D.

Si es por mí podéis tiraros a vendimiar uno de los tebeos volteables Totem el Comix Especial concurso/Zona 84 Especial concurso. Quizás la cosecha 1989, con todo un señor Jesús Merino adaptando a George R.R. Martin. Abel Ippólito, Fran Bueno, Manuel Mota, José Gimeno, o un Munuerix de lo más espeluznante:
 











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Puede que estos consejos no sean tan divertidos como la "Guía Puto Roger Corman para la producción masiva y barata de tebeos de todo género" [1], pero bastarán para hacerse con una virola sobre la que apoyar vuestra colección y pinchar a otros aficionados y colegas coleccionistas. Sin duda, ahora que los tebeos son cada vez más anchos y caros, con tiradas tan irritantemente minúsculas que vuelven imposible planes de ahorro a dos o tres años vista, merece también la pena consolarse con dos euros.
¡Ay, qué tristeza de crisis coleccionista!

1 Oficio dibujante (Astiberri Ediciones, 2012), José Luis Munuera. —No es un tebeo, pero trata el tema al pelo.