martes, 13 de octubre de 2015

La estación de la guerra en Solar: O Caminho do Herói



Ya en mis manos el segundo álbum de la nueva encarnación de este personaje: un total de 40 páginas con encuadernación rústica, aunque no encolada, sino grapada, y mismas dimensiones que la anterior entrega de la serie.
La acción pasa a desarrollarse extramuros de la ciudad-mundo a la que el protagonista regresará como pastor de las ovejas tras concluir su  iniciación. San Juan diría que Gabriel entra por la puerta a la ciudad, lo bueno es que el héroe no acaba de saber del todo cómo hace lo que hace ni porqué. Por algo se titula:

Solar: O Caminho do Herói

Si vienes de leer la sazonada reseña de mi invención sobre Solar: História de Origem y su receta única, no hace falta ni que saludes. Agacha la cabeza y tiéndete en el hoyo, hay sopa para ti en este antro.
Desgraciadamente, el dios Término no campea con facilidad a lo largo (¿o era a lo ancho y hacia la izquierda?) de internet, pero tampoco es necesario que te pongas a inmolar una cerda preñada o retomes la alianza de las etiquetas y marbetes ahí a la derecha del blog. ¡Ejem!, no es complicado.Aunque también podrás encontrar la información necesaria en un pdf promocional que yo, el más etrusco entre los romanos, he acertado a robar: A Saga de Solar.
Doce líneas, dulce relleno, ¿ya estamos todos en pijama?
Comienzo por fin con mi matraca sobre la batalla definitiva entre las potencias de la luz y la oscuridad.
 
"Así como el mago piensa que puede hacer llover, del mismo modo imagina que puede obligar al sol a brillar, apresurar su marcha o detenerla."

La rama dorada, James George Frazier.

De puro escapismo habíamos dejado a Gabriel como al nudo de un árbol al finalizar su encuentro con el villano Zarkan y salvar a su madre revelándose como el redentor de luz. Un trance que mostraba al protagonista retomando una posición prenatal tras ese su último acto de heroismo, ejemplar imagen de la circularidad que guionista y dibujante acertaron a representar en aquella última página del primer álbum mediante un encuadre en el que las viñetas prescindían de fondos y recuadros justamente para mostrar el cuerpo de Gabriel enroscándose y girando al ir hundiéndose cada vez más en el blanco de la plana recreada por la siempre impaciente y algo sobresaltada lectura de esta aventura mítica. ¡Esa gente sabe lo que se cuenta y dibuja!
El lector es rápido. También tenaz y atrevido. Lograr que se detenga y abra los ojos un poco más de lo que ya acostumbra ante la contemplación de unas expectativas cumplidas a voluntad y buen capricho no constituye por sí mismo un ejercicio narrativo sencillo, aunque afortunadamente Wellington Srbek y Abel Vasconcellos consigan que parezca justo lo contrario. No obstante el lector se siga negando a creer que toda esa continuada naturalidad sea conquistada de algún otro modo. Por ello no le extraña que la historia regrese donde él nunca estuvo, la habitación del hospital en la que Cristiane, novia de Gabriel, permanece en coma velada por sus padres y por la propia madre del protagonista.  Un pequeño detalle, por cierto, el de la reiterada presencia de la madre ante personajes durmientes, o caídos, que aquí el guionista utiliza para insistir en la condición embrionaria y la existencia de una infancia a la vez familiar y personal pero también mítica; en la que la historia de la familia del héroe es equivalente a la historia de la humanidad. Así, esta primera página nos plantea el misterio del paradero de Gabriel Nascimento dando continuidad al motivo simbólico por el cual fue arrollado, que, pronto sabremos con certeza, también se funda en un origen y una misión universales.
Apenas cuatro viñetas bastan para equiparar las aventuras de Gabriel a las de otros héroes o personajes míticos y a sus respectivas culturas. Nada parece extraño ahora y la elipsis se abandona sin disonancias entre lo que fue, es o será. La amazonia pasa a encarnar todo ese pasado de iniciaciones, narraciones petreas e historias antiquísimas, en el que se va a representar actualmente la iniciación del héroe Solar (Gabriel Nascimento):

"O MENINO NASCEU OUTRA VEZ PRA SER UM NOVO... PRA SER O GRANDE GUERREIRO IAURETE CORACIPOR!"

A los lectores españoles que todavía insistan tercamente en recordar que una vez existieron personajes con vocación de continuidad en la historieta española como el Gorka de Sergi San Julian y Carlos Portela no puede sorprenderles ver aquí hablar a un ave, ni que sea más grande que nuestros cuervos. Como el concilio animal de aquella serie (Gorka: El viento de Odei), los animales y sus reyes vigilan al hombre para llamarlo de hermano, o nieto, y tratarlo de primo, pero peor que esto pueda ser la socarronería con la que el urubu rey habla al sorprendido Gabriel. Los animales participan de lo divino, son bestias que no se esforzaron en escapar a su condición. Un hilo invisible con la vieja humanidad a la par que un peligro mortal para Gabriel.
Circularidad y repetición, oportunidad y peligro.
Como recién muerto que es, Gabriel reaparece sobre el ombligo que forma un claro en mitad de la selva, un espacio sagrado bajo el signo del punto central en mitad de un círculo a su vez duplicado monótono del planeo del urubu y su sombra alar que guiñada a guiñada desciende a saludar al "Homem-sol" cuello y patas extendidas agachando la cabeza para posarse en el sitial natural formado por un tocón. ¿Hombre sol? Como nuevo hombre que ha superado la muerte al ser capaz de volar sin dejar atrás su cuerpo, Gabriel es reconocido por esta ave fabulosa como una nueva encarnación del hombre primordial. Aquel que en tiempo antiguo robó el fuego accediendo a la inmortalidad y dejando en prenda una llama o luz a sus congéneres, el pueblo de los hombres. Una leyenda indígena que el guionista inserta sumando un nuevo nivel de narración al enmarcar con sencillez este mito indígena en una única página de este episodio (primero de los cuatro que completan el álbum); para la que el dibujante transforma el registro de su trazo ilustrando de manera más sintética y directa las figuras de los personajes míticos protagonistas de la leyenda que el urubu rey cuenta a Gabriel en una forma que el lector pueda reconocer como primitiva, tanto por sus líneas básicas, casi por entero verticales, algo más naturalista en la representación de su protagonista animal y más esquemática para aquellos personajes humanos, como por la preeminencia del aspecto descriptivo sobre el narrativo. Para lo cual se vuelven imprescindibles las cartelas con sus textos. Pero no sólo el trazo del dibujante se transforma al actuar el urubu rey como narrador en este breve paréntesis del relato principal, sino que Srbek cambia también la diagramación de la página, en un modo muy parecido al que diseñó para los tebeos infantiles de la colección Mitos recriados em quadrinhos, ocupando los márgenes con una orla además de cambiar la impresión de las calles a color negro, todo lo cual se suma a la vocación eminentemente descriptiva de esta pequeña historia aproximándola a la clase de evocación que puede suscitar un cuento ilustrado y acabar de diferenciarla así dentro de la propia historieta. Un ejemplo de la sencillez con que se puede llegar a tratar el espacio y el tiempo. 
Este singular encuentro con los hermanos mayores no deja de recordar a otros. Ya Castaneda pasó por aquí. Sus cuentos gozaron, y gozan aún, de una enorme popularidad.
Como en la obra de Castaneda, el humor inherente a estas iniciaciones que salen al encuentro del guerrero no deja de estar presente en la saga de Solar. Si anteriormente fue su devoto amigo Beto el devorador de tebeos superheroicos quien saludaba con agudezas y gracias cada nueva posibilidad que pudieran proporcionarle sus poderes a Gabriel, en Solar: O Caminho do Herói van a ser seres fabulosos y brujos quienes reanuden este papel de inhibidores de las reacciones más mecánicas y racionales del protagonista para que asuma sus recién adquiridos poderes y su nueva situación ante el mundo sin perder totalmente su condición humana. Nuestros hermanos sagrados pronto se dan al cuento, o mienten, sino todo esto de una sóla vez. Así actuaban antes las bestias y así seguirá ocurriendo en cada nueva reactualización de los estados paradisíacos (iniciales) de la humanidad cuando la comunicación entre hombres y animales no se había interrumpido aún. Sin embargo el paraíso guarda también sus desafíos, de ahí que la leyenda, cuento o relato ejemplar, del urubu rey a Gabriel acabe con una advertencia sobre un futuro enfrentamiento mutuo, justo antes de que el aroe Uiraçu se presente ante su hijo Gabriel.


El mito siempre es menos solemne que la realidad profana.

Pues bien, una vez afianzada la identidad del héroe con su tierra al ser depositado sobre ese claro en mitad de la amazonia, su filiación con la cultura indígena brasíleña quedará aún más de manifiesto al internarse Gabriel de la mano de su padre en el mundo cósmico bajo el cual madurará. Escenario iniciático y medio socio-cultural concurren aquí transversalmente como un manera de desarrollar la dualidad entre la sociedad moderna y el mundo arcaico de los mitos.
El mundo mágico que Uiraçu muestra al hijo retornado no deja de ser en todo momento tan real como la destrucción del suelo y la progresiva degradación de la floresta, haciendo evidente la idea de un desequilibrio universal por la inadecuada comprensión del fuego-luz que ha desarrollado el hombre moderno. Crisis que, lejos de solucionarse en un enfrentamiento violento con el "homem da cidade" o cualquiera de sus posibles representantes paradigmáticos, un gran industrial, una corporación, intereses financieros, etc., sólo puede ser sanado mediante cierta forma de vuelta a los orígenes. No ya por simple imitación de formas de vida remotas, sino por la elevación del ser humano hacia un modo de ser intemporal. De todos modos verdadero valor social e ideológico hacia el que se dirige el componente mesiánico que caracteriza el prototipo sobrenatural encarnado por Solar.
Claro que ese mensaje no es percibido por el protagonista de la aventura, y apenas el elusivo modo de expresarse de Uiraçu, a medio camino entre lo irónico y lo mordaz, ofrece una idea clara de la ideología y el pensamiento del autor Wellington Srbek. A la que tampoco debe ser ajeno Abel Vasconcellos como uno de los autores que fue del tebeo sobre los derechos de los animales O.R.L.A. - Liberdade Aos Animais.
Al tiempo que Gabriel avanza en su iniciación para reacondicionar el poso histórico e irreversible de su misión heroica otros acontecimientos hereditarios brotan anticipando la resolución final del conflicto entre las substancias irreconciliables y opuestas representadas por Solar y el profesor Zarkan. La mayor de cuyas revelaciones será cierto parentesco agnaticio entre el villano y el héroe. O la presencia expectante y despiadada de los tres soberanos, el "senhor dos ares", el "senhor das águas", y el "senhor das matas",  con la que se expone que el fuego del redentor de luz protagonista de la serie es el fuego de todos los mundos y no el fulgurante símbolo antropocéntrico a través de cuyo contraste se acostumbra a esencializar el mal dentro de los universos superheroicos. Estilizándose con ello más si cabe el mecanismo soteriológico al extenuarse y engordar la imagen de suelo consumido en la pasividad, el sufrimiento y la locura de Cristiane. Cuerpo blanquísimo prisionero de la negrura que no deja de recordar la morada infernal y el fuego oscuro devorador y a sus habitantes ciegos, así como al mecanismo de mortificación que precede a la unión de la luna y el sol. Pues uno de los efectos del proceso de ascesis y apartamiento respecto al mundo profano que experimenta Gabriel viene a ser la extinción de la concupiscencia, una nueva sensibilidad mediante la cual el elegido accede  al reconocimiento de la verdadera identidad de los individuos. Paradoja de la unión no mezclada de los verdaderos enamorados.


Esta imagen la escaneé yo mismo con mis manazas.

No mentiré si digo que experimento un calor agradable más allá de mis ojos con la conclusión de este primer ciclo de las aventuras de Solar. Al haber tenido la oportunidad de tocar estos tebeos aún inéditos en España, quizás me sienta un poco menos humano y más... ¡¡¡coleccionista!!! Un demonio acaparador. Un lector manchado, impío, cuyo destino post mortem no puede ser ni imaginado por otros aficionados al anisado historietístico.
A este lado del abismo la única oportunidad de salvación, no ya de mi cuerpo, sino del costal de mi cordura, será vivir para ver una edición española de esta serie. Visto eso podría reunirme con mi alma en cualquier nightclub de carretera.
Allí ya podríamos hablar a calzón quitado sobre el personaje, su singular constitución, el proceso de divinización a manos del chamán Uiraçu, etc..
Yo soltaría eso de que con este álbum se completa un primer recorrido de la rueda sulfúrica que nos ha llevado a descubrir que el profesor Zarkan no es un dios ni un príncipe tenebroso. Aunque como la maquinaria suicida y contrahecha dispuesta entre la luz y las tinieblas fantasea a llevar la iniciativa en el juego dualidades por el que, pese a todo, no se da una identidad absoluta con el bien o el mal. Siempre el inevitable deseo y su profecía.
La esperanza escatológica del sacerdote por revivir la consumación de los tiempos y a su último emisario puede ser o no real. El deseo y la profecía de unidad no pasan por sus manos, en cualquier caso. 

 http://www.maisquadrinhos.com.br/